Capítulo 1: El adiós a un lucero
DAILY NOTICE 30 de Julio del 2012
El país está
conmocionado con la muerte de Irina Miller.
El cuerpo de la joven
actriz de 22 años fue encontrado en un callejón cercano al estudio de grabación
Tsuki, al que había acudido para firmar el contrato de la nueva película que
protagonizaría.
La familia ha
establecido la capilla ardiente en el domicilio familiar. El hogar que la vio
crecer y dar sus primeros pasos.
El representante de
Irina, Derek Smith, ha realizado un comunicado en nombre de la familia de su
representada, en el que mostraba el estado de la familia Miller.
Nadie puede asumir que
esa joven de larga cabellera azabache e hipnotizante mirada grisácea haya abandonado
este mundo.
El cuerpo fue
encontrado alrededor de las siete de la mañana, por uno de los trabajadores de
limpieza pública, que se encargaron de llamar a las autoridades pertinentes.
Unas cámaras cercanas
al lugar de los sucesos grabaron todo lo ocurrido, y de esta manera lograron
identificar y encontrar al encargado de lo ocurrido: Roberto Domínguez, un fan
que robó la vida de la joven artista de una puñalada en el corazón de la
víctima.
Según testimonio del
acusado, los motivos que le llevaron a tales acciones fueron una negación por
parte de la artista a firmarle un autógrafo en la presentación de la última
película que protagonizó: Redes y enredos.
La familia se
encuentra destrozada por la pérdida de su ser querido.
Abrirán las puertas
del domicilio familiar a todos aquellos que quieran darle el último adiós a
Irina Miller, el día 30 de Julio; siendo el entierro el día 31.
DAILY NOTICE 1 de Agosto del 2012
El día de ayer se
produjo el último adiós a la artista Irene Miller.
Como realizaron en el comunicado, la familia abrió las puertas de su casa para que todos aquellos que quisiesen fueran a despedirse de ella.
Como realizaron en el comunicado, la familia abrió las puertas de su casa para que todos aquellos que quisiesen fueran a despedirse de ella.
Numerosos fueron los
rostros famosos que acudieron al evento, al igual que un sinfín de fans de la
artista.
El cantante y
confidente de Irina, Maikel Méndez, le dedicó una canción que logro despertar
las lágrimas de todos aquellos que le escucharon.
Todos los compañeros
de profesión que habían realizado algún trabajo con la señorita Miller le
hicieron entrega a la madre de la víctima de una hermosa corona de rosas
blancas; las preferidas de Irina.
Todos los fans que no
pudieron acudir al último adiós, se congregaron en las plazas de sus
localidades y formaban círculos de flores, con fotos de la artista y velas,
guardando un minuto de silencio, rezando por el alma de Irina Miller.
El entierro se produjo
solo con los familiares y amigos más cercanos.
El sacerdote que oficio
el evento dedicó un poema que realizó la propia Irina Miller cuando aun estaba
en el colegio.
Los presentes no
pudieron evitar derramar unas silenciosas lágrimas durante la ceremonia.
En el momento en el
que el féretro comenzó a descender, cientos de palomas blancas fueron
liberadas, bajo la melodía que entonó Maikel Méndez; Wonderwall de Oasis.
Toda pérdida deja un
sentimiento de vacío en el corazón de todos aquellos que realmente lo querían.
Viviste rápido, a mil por hora y sin límites; moriste en la
flor de tu juventud y en la cima de la gloria y lo único que dejaste fue un
famoso, frío y hermoso cadáver.
Con paso trémulo se acercó a la
mesa que había en la habitación y
tomando entre sus manos aquel papel informativo llevo su mano al pecho
negándose a creer lo que leía: estaba muerta…….
Capítulo 2: Antes de mi muerte
Día 21 de Julio
Los focos que iluminaban toda la estancia se apagaron
dejando todo a oscuras.
-Esto es todo por hoy. Descansen bien chicos.-dijo una
voz grabe, mientras se bajaba de una butaca.
Un hombre de unos treinta años, de cabello castaño claro
y ataviado con un traje-chaqueta se acercó al centro del plató de grabación.
-Buen trabajo, Irina.-dijo dirigiéndose hacia una joven
de notable belleza, cabello azabache y unos ojos grises.
-¿No me digas, Derek?.-dijo ella en un tono desdeñoso.
-Vaya, veo que alguien se levantó con el pie
izquierdo.-dijo con una tímida risita el hombre.
Irina salió del plató de grabación y se dirigió hacia su
camerino; donde se sentó delante de un gran espejo, que ocupaba casi por
completo una de las paredes, observando su reflejo.Se mantuvo observándose durante
un rato, con rostro impasible y la mirada perdida.
¿Esa era realmente ella?
La imagen en el espejo le decía que sí, aunque para ser
honesta con ella misma, ya ni siquiera se recordaba si en verdad era ella o la
chica que el maquillaje hacia ver.
Sacudió la cabeza alejando las musarañas. Ya el estudio
estaba vacío, todos ya deberían de haber ido a casa.
Suspiro poniéndose de pie, ella también tenía que irse.
Conducía su flamante auto por las
abarrotadas calles de la ciudad con el único deseo de llegar a su refugio y
poder sentirse cómoda, en paz si eso le era posible. El sonido del claxon del
auto de atrás se escuchó en el bullicio, lo ignoro, de nuevo aquel escandaloso
sonido la apremio y deseo bajar y gritarle al de atrás un par de cosas.
No lo hizo.
Ella era una figura pública y no podía darse
el lujo de hacer un escándalo.
Cuando el semáforo cambio empezó la
marcha de nuevo.
Suspiro con pesadez por quinta vez ¿Cuál
era el afán por llegar a casa? No había nadie que la esperase, ni siquiera un
perro o un gato rechoncho que se alegrara de verla.
De nuevo sintió aquella opresión en el
pecho, de nuevo aquel sentimiento de profunda soledad y vació. Estaba rodeada
de gente, sí, siempre había maquilladores, peinadores, los del vestuario,
camarógrafos y más gente; pero la realidad es que sentía más sola que nunca.
Una amarga sonrisa apareció en los
labios.
Ya sabía qué hacer.
—¿Hola?—una voz adormilada se oyó tras
el móvil
—Maikel quiero verte, te espero.
Antes de colgar pudo escuchar la sonrisa
del muchacho, él ya sabía de qué iba todo.
Tiro el móvil con furia al asiento del
copiloto, era una verdadera maldita por utilizar a Maikel de esa forma, pero
era egoísta y el su tabla de salvación en momentos como ese.
Cuando llego a casa tan solo llego a
quitarse el maldito vestido rojo que le habían hecho usar en la grabación,
sustituyéndolo por un cómodo camisón, se desmaquillo y se lavó los dientes
mientras esperaba a que su amigo llegara.
No tuvo que esperar mucho, 15 minutos
después alguien tocaba el timbre de su puerta.
Maikel, seguro que era él el que tocaba
a la puerta. Una sonrisa surcó el rostro de Irina.
Muchas
veces no somos capaces de ver el dolor que podemos causar en los demás….o
quizás es que no queremos verlo…
La mirada lujuriosa de Maikel se paseó
por el cuerpo de la muchacha tan solo cubierto por un provocativo y sexy baby doll
negro .Irina sonrío agrandando su ego.
Sin esperar un segundo más el muchacho
se abalanzo contra sus rojos y provocativos labios arrastrándola a la cama.Le
arranco las prendas con desesperación ansioso por perderse entre cada suave
curva de la chica y ella no se quedó atrás a la hora de desvestirlo.
Arqueo la espalda presa del delirante
placer que Mikel provocaba con cada toque en su piel.
—Hazlo ya-le urgió Irina
—Shhh. Lo haré cuando yo
quiera-respondió el mientras seguía con las lentas caricias—Apenas estamos
empezando
Enterró las uñas en la fuerte y ancha
espalda masculina cuando por fin recibió lo que pedía después de una serie de
"juegos preliminares". Una extraña sensación la invadió cuando él se
adentró en ella con tanto cuidado, dulzura y Amor
.
Un sinfín de gemidos y jadeos provenían
de la habitación. Irina y Maikel se encontraban desnudos sobre la cama,
devorándose el uno al otro.
Él se deleitaba con la suave piel de la
joven, dejando un rastro de saliva por donde pasaba, saboreando el dulce sabor
de ella; mientras que le provocaba fuertes gemidos a su compañera cuando la
penetraba con más fuerza y necesidad.
Necesidad de fundirse con ella, en un solo ser;
haciéndole el amor.
Ella le tomo la cara entre las manos y lo beso, con desesperación, lujuria
y anhelo de sentir el calor de otro ser humano, de sentir que alguien la
quería.
Ella necesitaba eso.
Maikel era su bálsamo en los momentos de necedad; necesitaba olvidarse de
todo lo que le rodeaba y poder dejar su mente en blanco.
Maikel el mejor amante que había tenido encontrado, y no pensaba dejarlo...por ahora.
Su cuerpo se retorció en torno al del hombre sobre ella llevándola a la
estratosfera. En definitiva no lo dejaría porque era el único que estaba para
ella cuando dejo de creer en los cuentos de hadas.
Una vez terminaron, Irina se levantó de la cama y fue al balcón. Sacó una
cajetilla de tabaco y encendió un cigarrillo. Comenzó a fumar con tranquilidad
mientras admiraba el paisaje que tenía a la vista. Un parque lleno de altos
árboles, y al fondo los altos edificios del centro de la ciudad.
—Deberías dejar de fumar, no es bueno para tu salud.—dijo Maikel mientras
se acercaba al balcón.
—De algo tendremos que morir algún día, ¿no crees?.—dijo ella sin dejar de
mirar al paisaje.
Él, conociéndola como la conocía, no fue a abrazarla por la cintura y darle
un tierno pero apasionado beso en los labios, y quizás volver a repetir lo que
había ocurrido minutos antes; sino que se dirigió de nuevo al interior de la
habitación y terminó de vestirse, antes de volver a sentarse en la cama. Se
tumbó y se quedó mirando el techo de la habitación, pintado de color crema.
—¿Irás a la fiesta de mañana?.—dijo Maikel cerrando los ojos.
—No me queda otro remedio. Tengo que mantener mi imagen.—dijo ella sin
mayor interés.
—Si tanto te desagrada, no vayas.—dijo con simpleza Maikel.
—La prensa estará allí, así que la asistencia se me hace casi obligatoria.
No quiero tener ninguna mala prensa en mi contra. Vivimos de nuestra imagen.—dijo
Irina apagando la colilla y tirándola en el cenicero.
La joven entró de nuevo en la habitación y se puso un pantalón..
—¿Tú iras?—le preguntó ella, sentándose en la cama, al igual que hizo él.
Claro.-dijo sonriéndole.—¿Quién sino te acompañaría?
Ella sonrió, mientras cerraba los ojos.
Dia 22 de Julio
Como para la mayoría de las fiestas; Xesma, uno de los mejores peluqueros
de todo el país, la recibió en su salón de belleza. Le realizaron una sesión de
limpieza de cutis, una manicura y una pedicura; así como que la maquillaron y
le realizaron un bonito semirrecogido, dejándole bucles de su sedoso cabello
azabache sueltos.
Regresó de nuevo a su departamento, una vez terminado en el salón de Xesma,
y comenzó a vestirse con mucho cuidado.
Se puso un hermoso vestido de color plateado, largo y de palabra de honor.
Así como unos zapatos de alto tacón del mismo color. Aquella fiesta sería todo
un evento social, y tenía que destacar entre todas las demás.
Eso era lo que se esperaba de ella,
la joven actriz del momento….que causaba sensación por todos lados.
No mucho después de terminar de arreglarse, tocaron la puerta. Esos dos
toques lentos, seguido de uno largo y prolongado, daban a conocer que era
Maikel. Se acercó a la puerta cogiendo su bolso de mano y un chal de color
negro que echó sobre sus hombros. Abrió y se encontró con su querido amigo,
vestido con un pantalón negro y una camisa de color blanco, así como una
chaqueta que llevaba en su mano. Ese aire desenfadado le hacía lucir muy sexy,
algo que le encantaba a Irina.
—Irina, estás hermosa.—dijo Maikel tendiéndole una mano.
—Siento discernir entorno a ti.—dijo ella con una sonrisa.
—¿No puedes ser amable, aunque solo sea por un momento?.—dijo él alzando
una ceja.
—Puedo ser amable, pero si me preguntas algo, tengo que decir la verdad….no
soy una mentirosa.—dijo ella con una armoniosa risa.
Cerró la puerta tras ella, y se agarró del brazo de Maikel. Éste suspiro
resignado mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro….A veces, esa chica era
exasperante. Su actitud a veces infantil lo desesperaba en ocasiones…pero era
esa inocencia la que tanto le gustaba de ella…
Una inocencia que él pensaba que tenía…pero... ¿Sería así?
Bajaron a la puerta, donde tenía el aparcacoches del bloque de apartamentos
el vehículo de Maikel aparcado y esperando. Un bonito deportivo de color negro
brillante, con los espejos tintados.
Le abrió la puerta a su acompañante y después se dirigió al asiento del
copiloto, para arrancar y dirigir el vehículo al salón donde se realizaría la
fiesta.
El rostro de Irina no se despegó de la ventanilla en todo el trayecto. Ya
había comenzado a anochecer, y la ciudad estaba iluminada por las luces de los
edificios y las farolas callejeras. A pesar de la hora, el centro se encontraba
aun rebosante de vitalidad.
Su expresión permanecía impasible, enfrascada en sus pensamientos; y eso lo
sabía bien Maikel. En esos momentos sería mejor no decirla nada, o quien sabe
cómo podría reaccionar…
En media hora, llegaron al mismo centro de la ciudad. El evento se
realizaba en el emblemático hotel de la cuidad, el West Ends; el más antiguo de
toda la ciudad. Esta celebración se realizaba por el cumplimiento de 100 años
desde su fundación por el gran empresario Byron West en 1912. A pesar de su
antigüedad, es el hotel más lujoso de todo el país; y uno de los referentes
entre los miembros de alta adquisición. Desde su fundación y construcción,
ningún miembro de la realeza del mundo había desaprovechado la oportunidad de
alojarse en él. Y teniendo tal prestigio, desaprovechen la oportunidad de
acudir a este evento todo tipo de celebridades.
Maikel paró el coche delante de la puerta del hotel. Irina tuvo que dejar
de un lado su mundo de pensamientos, y regresar a la realidad.
Al bajarse Maikel del vehículo, le
dio las llaves al aparcacoches, y después fue a abrirle la puerta a su
acompañante.
Había una multitud de reporteros inmensa en la entrada del hotel, cubriendo
el evento. Los guardas de seguridad tenían que impedir que entre tantos
empujones para realizar la mejor instantánea, lograran romper el cordón de
seguridad del perímetro.
Al abrirle la puerta a Irina, se dio cuenta de cómo le había cambiado el
rostro.
Ya no tenía ese semblante serio con pequeños atisbos de tristeza. Ahora
cambió completamente para dejar a relucir su máscara de felicidad y aparentar
frente a todos que ‘’todo está bien’’.
Irina se cogió de su brazo y juntos fueron hacia el photocol, donde posaron
ante las cámaras atentas de los periodistas.
Al entrar en el gran salón, cada uno se fue por su lado. Maikel la
observaba de vez en cuando, mientras que ella entablaba conversación con los
demás presentes. Parecía, a su ojo, que interpretaba uno de sus papeles en las
películas. Él era el único que de una forma u otra, la conocía como
verdaderamente era. Fuera de los focos y la atenta mirada de la prensa y del
mundo del glamour. Él conocía a la verdadera Irina Millar, y no era nada
parecido a todo lo que la gente observaba.
Se esforzó por apartar la mirada de
ella, y volver de nuevo a la conversación que estaba teniendo.
Irina estaba hablando con Kesha Usui, otra de las actrices que compartieron
cartel con ella el año pasado, cuando a ellas se acercó Ken West junto con otro
joven.
—Buenas noches señoritas.—dijo saludándolas.
Las dos jóvenes se giraron a él, e Irina, al ver a su acompañante se quedó
petrificada.
—Permítanme que les presente a mi acompañante. Él es Samuel Dupont, conde
de Dupont.—dijo señalando a su compañero.—Samuel, ellas son Kesha Usui e Irina
Miller.
Irina salió de su trance, cuando
sintió unos suaves labios sobre su mano.
¿En qué momento se la había cedido?
—Encantado de conocerlas, señoritas.—dijo con una encantadora sonrisa, que
Irina no pudo descifrar.
—Discúlpenos señoritas, por no permanecer más tiempo con ustedes, pero mi
tarea como anfitrión requiere que realice las presentaciones oportunas.—dijo
Ken despidiéndose.
—Quizás después podamos retomar una conversación.—dijo dándole un último
vistazo a Irina.
Las dos chicas se quedaron observándolos mientras que se marchaban.
Samuel Dupont….esas
fueron las dos palabras que se quedaron resonando en la mente de Irina.
El joven era alto y bastante bien
formado. Iba vestido con un smoking de color negro, muy elegante. El cabello
azabache, que lo llevaba acomodado, junto con sus ojos negros como la noche y
su piel nívea, le daban un aire misterioso.
Tras el transcurso de la velada, Irina se descubrió buscando a ese joven;
que por arte de magia, había desaparecido de la fiesta.
DÍA 25 DE JULIO
Después de la fiesta del otro día, había aparecido en todos los periódicos
de tirada nacional. La fiesta había sido un éxito, y siempre comentaban la
vestimenta de todos los que asistieron; y en dicha crítica, Irina siempre salió
bien parada; al igual que todo el mundo hablaba de ese misterioso Conde….Ese
conde que Irina no podía quitar de su mente.
DÍA 26 DE JULIO
Llevaba ya sin poder dormir bien desde el día de la fiesta. Ese sueño
recurrente, donde aparecía esa sonrisa tan hipnotizante que le hacía no querer acercarse al individuo
que la mostraba la atormentaba.
Estas noches en vela, le estaban pasando a Irina factura, pero….¿Por qué
aparecía en sus sueños el Conde Dupont?
DIA 27 DE JULIO
Hacía unos días que Maikel no sabía nada de Irina, y de cierta manera le
atormentaba esa falta de noticias. Por lo general, podía estar 3 o 4 días sin
saber de ella, en el peor de los casos, pero desde el día de la fiesta, no supo
más nada de ella.
¿Le habría ocurrido algo?
En ese momento comenzó a sonar su
teléfono. Estiró la mano, y se quedó observando la pantalla intermitente.
—Irina….—dijo en un susurro.
En muchas revistas aparecieron ambos como portada, o en algún tipo de
reportaje en el que se les consideraba la pareja perfecta; aunque siempre Irina
aclaraba de manera directa, pero zalamera ante los periodistas, que tan solo
era una gran amistad…´´Maikel siempre ocupará un gran sitio en mi corazón´.
Pero no me gustaría estropear esta gran amistad con una relación que puede que
nunca llegue a buen término.´´
Por mucha determinación que pusiese en alejarse de ella, aun sabiendo que
solo lo utilizaba como pañuelo para sus lágrimas; al ver su número iluminándose
en la pantalla de su teléfono…todo eso se esfumaba. Su determinación se iba por
el retrete y acababa acudiendo a su lado…al igual que ocurriría esta vez.
La llamada se cortó, pero volvió de
nuevo. Cogió aire, y aceptó la llamada
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